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Los servicios jurídicos de la Asociación Valen­cia­na de Agricultores (AVA-ASAJA) acumulan decenas de casos en los que un determinado co­mer­cio citrí­cola se ha visto obligado judicialmente a justificar la liquidación realizada al pro­­ductor. La organización agraria –ahora que están lle­gando en masa las liquidaciones a los productores, la mayoría de ellas ‘a comercializar’- anuncia en este sentido que apoyará cualquier iniciativa que vaya en esta dirección y reclama de igual manera a comercios privados y cooperativas transparencia a la hora de dar sus resultados y de rendir cuentas por ellos.

 

“Siempre hemos aconsejado la de­fen­sa de un precio pero si el citricultor se ve obligado a vender su cosecha ‘a comercializar’ y pos­te­rior­mente se siente engañado debe reclamar al operador” señala el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado. La práctica ‘a resultas’, ‘a comercializa’ o el ‘ya-te-veré’ –como también se le conoce po­pularmente- se basa en un acuerdo entre las partes que conlleva la obligación del ope­ra­dor de asumir los costes de la recolección del fruto y la comercialización posterior sin que en el contrato figure un precio por arroba o por kilo.

 

El productor, por lo tanto, acepta el riesgo que supone el depender de cómo se paguen sus cítricos en el mercado. Se trata, como se­ña­lan las reiteradas sentencias y autos acumulados a este respecto, de un ‘contrato de com­pra-venta atípico’ pero sometido como el resto al ‘principio de buena fe’. Si la liquidación resultante del proceso no estuviera bien detallada y no satisficiera al pro­ductor, éste estaría legitimado por tanto a reclamar judicialmente que se rinda cuentas de for­ma detallada y justificada.

 

El departamento jurídico de AVA-ASAJA ha reclamado con éxito,  de he­cho y por un coste asumible, la práctica de multitud de diligencias preliminares en virtud de las cuales el comercio se ha visto obligado a entregar este tipo de documentación. Se tra­­ta de procesos que, por otra parte, podrían tener su continuidad y derivar en una segunda ac­­tuación contra el ope­ra­dor  en caso de que tal información siguiera sin satisfacer al de­man­dante. 

 

En este sentido, una reciente sentencia del Juzgado de Primera Instancia Número 2 de Nules ratificaba que tales documentos no pueden considerarse como “internos” o confidenciales porque para la debida rendición de cuentas no es “suficiente con la entrega de la factura emitida por la mercantil” sino que debe “comprender la globalidad de los actos de administración y de disposición realizados por la apoderada, expuestos de manera sistemática junto con los cobros percibidos y con los gastos soportados indicándose el destino del dinero percibido y el origen del dinero aplicado a subvenir los gastos”.  Aguado señala que el “citricultor no puede aceptar que la liquidación suponga a un tiempo el asumir su ruina y un acto de fe sobre la actuación del comercio. El operador sí logra un beneficio, pero quien generó el negocio, no, por lo que es justo reclamar al menos explicaciones”.

 

AVA-ASAJA solicita por todo ello a los comercios –privados o cooperativas- que, en caso de disconformidad, el citricultor pueda tener libre acceso a documentos tales co­mo: el precio de venta, las fac­turas emi­­­­­tidas al comprador, la tra­za­bilidad que siguieron las clementinas en cuestión, el cos­­te de confección, del trans­por­te de la finca al almacén y de éste a su punto de des­ti­­no, de la recolección, de los gastos generales aplicados, el lis­ta­do de clasificación de calidades y calibres…

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Mañana entra en vigor el Reglamento 1221/2008 de la Comisión Europea (CE) por el cual se eliminan 26 de las 36 normas de calidad comer­cial hasta ahora vigentes de frutas y hor­ta­lizas. La Asociación Valenciana de Agricul­tores (AVA-ASAJA) advierte que esta supre­sión no sólo abre las puertas de la Unión Europea a la importación barata y de baja calidad sino que también puede implicar un mayor riesgo de introducción de género afectado con plagas y enfermedades de cua­rentena. “Los géneros de peor calidad son los que menos se cuidan, crecen de manera más asilvestrada y por tanto son los más sensibles también a ser atacados por patógenos agresivos, algunos de ellos no existentes en Europa”, aclara el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado.  Además, como la supresión de normas de calidad coincide con el inicio del grueso de la campaña de importaciones del hemisferio sur, AVA-ASAJA exige un endurecimiento de las inspecciones fitosanitarias en los puertos de entrada y de los controles de calidad bajo las normas que aún siguen vigentes en España. “La CE ha tomado una decisión equivocada y comienza a aplicarla en el momento más ino­portuno”, critica Aguado.  

 

El único requisito para comercializar es que no presenten “podredumbre u otras alteraciones que los hagan impropios del consumo”, lo que –como en su momento reconoció hasta Bruselas– favorecerá la venta de frutas y hortalizas defectuosas. Para Aguado, “las consecuencias serán malas tanto para los consumidores, porque la medida podría hacer de Europa el basurero del mundo, como para los agricultores, que no po­drán competir por precio precisamente porque la propia Comisión Europea ha insistido durante décadas al sector español y europeo en apostar y diferenciarse por la calidad”. 

 

A pesar de que Bruselas ha decidido bajar los parámetros mínimos de calidad de los productos frescos con el último propósito de presionar los precios del consumidor a la baja, Aguado concluye que “puede salirle el tiro por la culata, porque en el momento en que Europa cierre sus explotaciones, pase a depender de las importaciones y se vea obligada a pasar por el aro de países terceros, la inflación de los alimentos estará garantizada”. 

 

Los 26 cultivos que se quedarán sin normas de calidad -puerros, berenjenas, calabacines, pepinos, endibias, repollos, coles de Bruselas, apios, espinacas, coliflores, alcachofas, zanahorias, espárragos, guisantes, judías, ajos, cebollas, melones, sandías, nueces y avellanas con cáscara, champiñones, aguacates, albaricoques, ciruelas y cerezas- se po­drán comercializar a gra­nel y sólo se les reclamará la identificación del país de ori­g­en y que cumplan con la genérica definición de tener “una ca­li­dad sana, cabal y comercial”.  

 

Para el resto -entre ellos los cí­tri­cos, le­chugas, to­mates, fre­sa o me­lo­co­­tón- seguirán en vigor las nor­mas referidas a calibres, pe­so, número de fru­tos, homogeneidad que definen los distintos tipos de formato y calidades y que hasta ahora eran determinantes en la conformación de un precio para el consumidor. Sin em­bargo, po­drían pasar a venderse sin cumplir los requisitos siempre que en su eti­que­ta­do se acla­re que “no son con­for­mes con las normas de co­mer­cia­li­za­ción co­mu­ni­ta­ria” o se especifique que se trata de un “pro­ducto pa­ra transformación”, un extremo que AVA-ASAJA considera igual­men­te “ina­cep­ta­ble”.

 

Pinche en descargas relacionadas 'calidadf' para escuchar el corte de voz de Juan Salvador Torres, secretario General de AVA-ASAJA.

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 Mañana entra en vigor el Reglamento 1221/2008 de la Comisión Europea (CE) por el cual se eliminan 26 de las 36 normas de calidad comer­cial hasta ahora vigentes de frutas y hor­ta­lizas. La Asociación Valenciana de Agricul­tores (AVA-ASAJA) advierte que esta supre­sión no sólo abre las puertas de la Unión Europea a la importación barata y de baja calidad sino que también puede implicar un mayor riesgo de introducción de género afectado con plagas y enfermedades de cua­rentena.
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Decenas de agricultores de La Ribera, La Safor, L’Horta, el Camp de Morvedre y el Camp de Turia han plantado alrededor de 500 hanegadas de agua­cate en los últimos cinco años con el fin de diversificar y aumentar sus ingresos. Detrás de la innovadora apuesta por este cultivo está el asesoramiento llevado a cabo por la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), que valora esta fruta dada la destacable rentabilidad que está generando para el productor. Así, los precios en origen medios se sitúan en 1,25-1,30 €/kg, más de cinco veces los obtenidos por las clementinas. Sin embargo, sus costes de producción por kilo son lige­ramente más altos. El interés despertado entre los agricultores valencianos se hizo patente ayer, una vez más, durante la presentación del libro ‘Aguacates en la Comunidad Valenciana’, editado por la Fundación Agricultura y Medio Ambiente (FUVAMA), y escrito por el agri­cultor y patrono de esta Fundación, Tomás Faulí. “La crisis de rentabilidad en los cítricos ha dirigido muchas miradas hacia el aguacate, una alternativa de cultivo que se ha demostrado rentable en aquellas zonas con un microclima apropiado”, subrayó el autor, quien ha elaborado el cuaderno técnico basado en sus experiencias de cultivo en Málaga, prin­cipal zona productora de aguacate en España, y en los últimos años en explotaciones de Valencia. 

 

Más de 12.000 plantones de aguacate se cultivan desde 2004 en campos de Benifaió, Alginet, Silla, Alcàsser, Gandia, Tavernes y Benifairó de la Valldigna, Fau­ra, Benifairó de les Valls, Vilamarxant y Godella. Hasta esa fecha sólo se podían ver peque­ñas explo­taciones o árboles aislados en Tous, Alzira, Alberic, Picassent o Benisanó. La introducción del aguacate en la provincia de Alicante fue más temprana, en los años ochenta, concre­tamente en Callosa d’en Sarrià, donde el níspero le ganó la partida y la falta de agentes comercializadores favoreció su estancamiento. Otros términos alican­tinos donde hay explo­taciones de aguacate son Altea, La Núcia y Polop.

 

En la provincia de Castellón, de momento no hay noticias del cultivo. AVA-ASAJA estima que en los próximos cinco años la Comunitat Valenciana producirá más de un millón de kilos de aguacate. Actualmente en las tres provincias se consume esa misma cantidad, de modo que la cosecha local podría cubrir a corto plazo el consumo interno, que por otra parte va en aumento. “Para mantener unos buenos precios es ne­ce­sario tomar medidas ya, porque si no es así terceros países como Perú, Chile, Sudáfrica, Kenia o Israel nos comerán el terreno”, aseguró Faulí durante el acto, quien añadió “la importancia de crear una Interprofesional del sector para desarrollar campañas de promoción que incentiven el consumo”. 

 

Ventajas e inconvenientes

Las principales ventajas que el aguacate tiene sobre otros cultivos son la menor necesidad de mano de obra y un tiempo de recolección muy extenso, de hasta cuatro meses, inigualable para cualquier otro frutal. Por otra parte, se beneficia de una menor incidencia de plagas que en nuestra región es prácticamente nula.

 

En cuanto a los in­con­venientes, el clima no permite plantar aguacates en todos los sitios donde hoy hay cítricos, sino sólo en zonas cálidas donde no hiela. Aun así, en la Comunitat Valenciana hay cerca de 2.000 hectáreas idóneas para el aguacate.

 

La Conselleria de Agricultura posee un mapa climático donde los interesados pueden informarse de las zonas donde se puede plantar el tropical. Desde AVA-ASAJA se está en contacto, junto a la Conselleria de Agricultura, con investigadores y productores de todo el mundo para aprovechar las posibilidades de este cultivo.

 

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La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) advierte a los citricultores sobre las gra­ves consecuencias penales y civiles que ten­drían los injertos ilegales con variedades o las plantaciones con pies citrícolas protegidos. Has­­ta 48 naranjas, mandarinas o limones así como patrones se en­cuen­tran ya hoy re­gis­trados y sometidos a la le­gis­lación europea y española sobre propie­dad industrial del ma­te­rial vegetal. Como señala el pre­si­den­te de la or­ga­ni­za­ción agraria, Cristóbal Aguado, “hemos en­tra­do en una nueva era mar­cada por los royal­ties y los derechos del ob­tentor y como ya ocurre con algunas verduras, flores y frutas hay que adap­tarse a la nueva situación”. Pero, matiza Aguado, “tal realidad contrasta con la que se vie­ne su­frien­do en el caso de la po­lé­mica Nadorcott, en la que se tra­tó de im­poner el pa­go de unos derechos con carácter retroactivo y con dudosos argumentos jurídicos”. 

 

Frente a la dinámica consolidada en el pasado, en la que los productores abordaban la re­conver­sión sin mayor preocupación que la variedad a elegir, la nueva regulación supone que no sólo es obligatorio injertar o plantar material con certificado fitosa­­ni­­ta­rio sino que ade­más ahora se debe aceptar en muchos casos las condiciones de explotación que im­pone su pro­pietario in­­dus­trial. En los 48 casos citados y en los que en próximas fechas se in­corpo­ra­rán al registro, es el obtentor o licenciatario el que se encarga de es­pe­cificar las condiciones en las que se podrá producir su variedad o patrón. AVA-ASAJA ad­vier­te que los detentores de los derechos de un cítrico protegido están legitimados para ac­tuar legalmente contra to­dos aquellos que injerten o planten sin su con­sen­timiento.  

 

En las compras de material vegetal protegido, además del al­barán en el que se con­creta el precio de cada planta o pie con sus co­rrespondientes derechos, el vi­ve­­­rista licen­cia­tario suele hacer firmar al comprador un con­tra­to de ‘no propagación y no co­mer­cialización’ de las plantas o yemas adquiridas. En tal documento al citricultor adquiriente se le advierte de las consecuencias penales, de prisión incluso, en las que se podía incurrir en el caso de vio­lar tal contrato, por ejemplo cambiando la ubicación física del material vege­tal. Los hay que llegan a establecer una indemnización de hasta 300.000 euros ‘por los daños y perjuicios causados’ al obtentor. En casi todos ellos, además, se advierte al comprador de que ‘queda  informado y acep­ta’ que el cítrico o pie en cuestión no tiene garantizado un determinado compor­ta­miento agro­nó­­mico.

 

La organización agraria alerta en este sentido de la proliferación de algunos cítricos que han sido evaluados en el extranjero, no por el Instituto Valenciano de Investi­ga­cio­nes Agrarias (IVIA) y cuyo desarrollo podría ser cuestionable. “Últimamente algu­nos se están tra­yendo mandarinas o naranjas que se venden como revolucionarias y que se ofrecen a pre­cio de oro pero cuyo futuro podría no estar del todo claro”, advierte Aguado. De igual manera. AVA-ASAJA sugiere a los productores que lean muy atentamente la letra pe­que­ña de estos contratos, en concreto, las cláusulas referidas a las condiciones y limi­ta­cio­nes en la producción o comercialización de estos cítricos protegidos.

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Tras acumular importantes retrasos, los comer­cios citrícolas están remitiendo en masa las liquidaciones de esta campaña. Los re­sul­ta­dos confirman la debacle que AVA-ASAJA ya advirtió públicamente tres veces que se iba a producir. Sólo los productores de algunas mandarinas precoces y de otras tar­días así como los que colocaron su cosecha a marquistas consolidados –cuyas cotiza­cio­nes son las que se ven reflejadas en la Lonja de los Cítricos de Valencia- han podido salvar los muebles y vender su cosecha por encima de los cos­­tes de producción. Pero en líneas generales la ren­tabi­li­dad de la campaña se ha vis­to menguada porque el volumen facturado, las manda­rinas y naranjas que real­mente se han re­colectado y comercializado, han sido muchas menos de las habituales, ya que el bajo ca­li­­bre de los cítricos obligó a descontar entre un 20 y un 30% de las co­se­chas, que se que­daron en el árbol o se perdieron en el destrío. “A finales de noviembre ya dimos la voz de alarma e incluso intentamos convocar un pa­ro citrícola; antes de acabar el año avanzamos unas pérdidas de más de 134 mi­llo­nes de euros y en marzo elevamos tal cantidad hasta los 239 mi­llo­nes.

 

Las liquidaciones con­fir­man nues­­tros peo­res augurios: el sector ha traspasado ya el margen de lo asu­mi­ble y en dos años podría desaparecer hasta el 40% de la su­per­ficie citrícola valenciana”, ad­vierte el presidente de AVA-ASAJA, Cristó­bal Aguado. Prue­ba de tal cosa y de la alar­man­te crisis de liquidez que sufre el citricultor es el bajo nivel de suscripción de seguros que se está dando, con un volumen de primas que, según Agro­se­gu­ro, es a estas alturas más de un 30% inferior al contratado en las mismas fe­chas del año pasado.  

 

Efectivamente, como muestra las liquidaciones medias obtenidas y ratifican sen­dos gráficos basados en las cotizaciones del Observatorio de Precios del ministerio, sólo al co­mienzo -con variedades me­no­res como la Okitsu, Clemenpons y la Oronules- y al final de la temporada de clementinas (con la manda­rina tardía Ortanique o la Hernandina) se lo­gró superar el umbral de ren­ta­bi­­lidad marcado pa­­ra los pe­que­ños cítricos por el Ins­ti­tu­to Valenciano de In­ves­tigaciones Agrarias (IVIA).

 

En el caso de las naranjas, las liqui­da­cio­nes obtenidas están siendo aún si cabe peor, con reem­bolsos por kilo que sólo se acercan sin llegar a los costes del IVIA en el caso de la La­ne-Late. Y tales resultados con­trastan con las estadísticas oficiales da­­das por la Di­rec­ción General de Comercio hasta marzo de esta temporada, que en el ca­so de las man­da­rinas hablan de un precio en destino de la exportación de 0,80 eu­ros­/kg –casi siete ve­ces más por ejemplo que lo ob­tenido por la ‘clementina reina’, la Nules- y de 0,63 eu­ros/kg para las naranjas –seis veces más que lo pagado para la Nave­lina-. “Los precios lo­grados por los operadores no son tampoco altos, es más, en beneficio de to­dos tenemos que luchar porque sean ma­yo­res; pero lo que es evidente es que existe un gran des­fa­se entre ori­gen y destino que debemos corregir”, valora Agua­do. 

 

AVA-ASAJA reclama por todo ello acelerar el grado de cumplimiento de la tabla rei­­­vindicativa remitida a las Administraciones antes de Navidad e insiste en la necesidad de re­to­mar el diálogo para comenzar a planificar la próxima campaña. En este sentido, la or­ga­nización agraria matiza que, en el caso de la Conselleria de Agricultura, se man­tiene una línea de diálogo abierta que ya ha dado algunos frutos destacables “pero es ne­­ce­sa­­rio implicar al Gobierno central, que hasta el momento no ha movido pieza en esta cri­sis”, matiza Aguado.

 

Consulte los gráficos pinchando en 'descargas relacionadas' - 'debacle'.

 

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AVA-ASAJA rechaza los postulados ex­­­­presados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Junta Central de Re­­­­­gantes de la Mancha Oriental, que pretenden desligar de la futura Demarcación Hi­dro­­­­­lógica del Júcar a un buen número de pequeñas cuencas hoy vincula das a la Con­fe­de­ración Hidrográfica del Júcar (CHJ) así como a la propia Al­bu­fe­­­ra de Valencia. La or­ga­­nización agraria cree que se pondría en pe­­­­­­­ligro los abaste­ci­mien­tos de los regantes valencianos. También cuestionarían el futuro del propio humedal, que no se puede entender sin las aportaciones del Júcar. Es más, a jui­­­­­cio del presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, tales planteamientos “no se sos­tie­­­­­nen académicamente porque son una barbaridad histórica e hídrica y esconden os­cu­ros intereses vinculados al control del agua y de lo que quedará de la actual con­fe­de­ra­ción”. El Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, tras conocer en abril el bo­­­rrador del Consejo Nacional del Agua, debe pronunciarse sobre cómo quedará la futu­ra Demarcación Hidrográfica del Júcar para así cumplir con la polémica sentencia del Su­­­premo de octubre de 2004. Y en este proceso, los regantes citados –con el amparo del gobierno de Castilla-La Mancha- plantean la segregación de una serie de espacios in­­­­­terfluviales de la futura demarcación, entre los cuales se situaría el de La Albufera, que de­­berían ser entonces gestionados por la Generalitat.

 

AVA-ASAJA rechaza en este sen­ti­do cualquier planteamiento que, como en el caso citado, pueda suponer una so­­­bre­explotación del Júcar o de sus afluentes. “De forma solapada lo que pre­ten­den es au­mentar el porcentaje de superficie y población vinculada a la comunidad manche­ga para así  tener más representación y disponer de más recursos hídricos a cos­­ta de los de los valencianos”, señala Aguado quien además no duda en advertir que a lo que también as­piran es “a trasladar la sede administrativa de lo que hoy es la CHJ a Albace­te”. AVA-ASAJA matiza que La Albufera se sostiene gracias a las aportaciones hí­dri­cas tan­to del Túria como del Júcar.

 

Tal cosa viene siendo así, al menos, desde el siglo XVIII cuando el área de la Acequia Real del Júcar se amplió para regar otros diez mu­ni­cipios, en­gar­zan­do el suministro de la Ribera Alta con el de la Ribera Baja (Silla, Sollana, Al­ba­lat…). Los sobrantes de los regadíos de la comarca de La Ribera del Júcar son fun­damentales para que las aguas de La Albufera no sean salobres pero, más allá de eso, son claves para oxigenar y regenerar las aguas del lago, para dar vida a la flora y fauna allí consolidada, en definitiva, para mantener un entorno como el que hoy conocemos que merece su protección como parque natural.

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La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) denuncia que la orden ARM/1312/2009 del Ministerio de Medio Rural  publicada en el BOE de 27 de mayo, que regula los sistemas del control de agua, impone nuevas y farragosas exigencias a los agricultores, de difícil y costoso cumplimiento. En dicha orden se obliga a los titulares de pozos de riego a situar los contadores lo más cerca posible del punto de captación de agua además de a cumplimentar un nuevo y complejo libro de control anual así como partes de con­su­mo cada mes.

 

Concretamente, la orden detalla en un anexo de doce páginas hasta ocho com­pli­ca­dos formatos de libros de control en los que se exige a los agricultores cuestiones tan gratuitas como dibujar un “croquis sencillo de la toma que permita saber cómo funciona el aprovechamiento, de dónde saca el agua y con qué sistema (canal, tubo y bomba, pozo, manantial,…)”.

 

Para los pozos con caudales de entre cuatro y cien li­tros por segundo -que son la mayoría- se exige ahora que en el libro de control conste el día y mes de la anotación, los metros cúbicos e incluso la identidad de quien comprueba la lectura, cuestiones que evidentemente tendría que responsabilizarse la Administración. Ade­más, el documento llega al extremo de exigir que el agricultor no cometa tachaduras ni raspaduras en los asientos o que los datos se conserven al menos cuatro años.  

 

“Nosotros no nos oponemos a que se controle el agua que gastamos pero esta orden, que ya está en vigor pese a que no se ha consultado ni informado al sector, nos me­te en un estado policial y burocrático, que camina en sentido contrario a la simplificación de todos los procesos administrativos que viene defendiendo la UE desde hace años” afirma Cristóbal Aguado, presidente de AVA-ASAJA, quien añade que son “los políticos quienes deben propiciar una regulación cla­­ra y sencilla y los funcionarios los que deberían encargarse de las tareas de gestión. El agricultor está para cultivar, cuidar sus campos y cosechas, pero no para que se pase la jornada con burocracia, asumiendo la labor que corresponde a los em­pleados pú­bli­cos”. 

 

AVA-ASAJA entiende que esta regulación es más inoportuna si cabe por que se produce a los pocos meses de haber eliminado las tarifas especiales de riego y porque lle­ga en un momento muy delicado para el bolsillo del agricultor. La norma vuelve a in­crementar los ya de por sí cuantiosos gastos de gestión de la comunidades de regantes, que en muchas ocasiones no tienen ni personal ni medios materiales suficientes.

 

“Es normal que se lleve un control anual del uso el agua, pero no lo es que se nos exija uno mensual, incluso nos parece absurdo que tengamos que medir cuestiones como la al­tu­ra del agua (piezometría) o registrar en un documento la identidad de la per­sona que lo ha­ga”, advierte Aguado quien concluye que la cumplimentación del libro de control de­bería de ser una tarea asumida por la Administración “a la que pagamos religiosamente nuestros impuestos”.

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De los 73.172 valencianos que reclamaron y tra­mi­­­­­taron en 2008 la ayuda del nuevo pago único de cítricos, sólo 33.000 han po­di­do co­brar­­­la, lo que supone que el 55% de citricultores solicitantes han quedado excluidos. AVA-ASAJA atribuye tan alto porcentaje al empecinamiento del Ministerio de Me­dio Am­biente en man­tener las ayudas aco­pladas, condicionadas a la entrega por parte del pro­ductor de unas cantidades mí­nimas destinadas a su transformación.

 

Como señala el pre­sidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), Cris­tó­bal Aguado, “la errónea opción escogida por el Go­bierno y la actitud obs­truc­cionista de muchos ope­radores han impedido que las subven­cio­­nes de la nueva OCM lleguen a más 40.000 citricultores valencianos”. 

 

Efectivamente, la nueva regulación europea de la OCM suponía en el caso de  los cítricos un cambio de filosofía en tanto las ayudas dejaban de darse a las Or­ga­ni­za­cio­nes de Productores (OPFH) en función de los kilos transformados en zumo, sino di­rec­tamente a los citricultores, a tanto por hectárea. Pero el departamento de Ele­na Es­pi­no­sa –con la oposición de todas las organizaciones agrarias españolas- introdujo un periodo transitorio de dos años (para la campaña 2008/09 y la 2009/10), en el que se obligaba a los citricul­tores a entregar a la in­dus­tria unas cantidades mí­nimas (de 2.300 kilos por hec­tá­rea en el caso de naran­jas y 1.300 kg/ha, en el de ma­n­darinas).

 

Para después cobrar la ayuda, en el caso del citricultor no asociado a una OPFH, el productor tenía que conseguir que el llamado ‘re­ceptor autorizado’- que en la Co­mu­­nidad pasaron a serlo casi to­dos los ope­radores- le incluyera en el contrato que tenía que suscribir con la industria trans­for­madora, que cons­taba de un listado de produc­tores en el que figuraba que se había efectuado las entregas mínimas reclamadas. 

 

Pues bien, como se ha dicho, hasta 73.172 citricultores valencianos reclamaron la ayuda pero sólo 33.000 lograron que su nombre figurase en el listado citado. Como ya advirtió AVA-ASAJA, el problema para el citricultor independiente que sí cursó su solicitud de ayuda y tenía derecho a recibirla, no ha sido el lograr entregar las cantidades exigidas –que se podrían obtener de los destríos habituales de cada ven­ta- sino el haber dependido de la voluntad del ‘receptor autorizado’ para poder co­brar­­las.

 

“Muchas cooperativas y un nú­me­ro reducido de comercios co­la­boraron y facilitaron la gestión al citricultor, otros qui­sie­ron cobrar incluso un ‘peaje’, pero es evidente que la mayor par­te de comercios se negaron a hacer el trámite, seguramente, porque sabían que cuantas me­nos solicitudes fueran aceptadas más trozo del pastel iban a llevarse para sus fincas”, denuncia Agua­do. El resultado del primer año del periodo transitorio ya es conocido: los productores de naranjas y mandarinas están recibiendo estos días 587,86 euros/ha y los de limones, 1.214 euros/ha. En términos generales, la citricultura de la Comunidad Valenciana, con el 57% de la superficie citrícola nacional, percibirá alrededor de 50 millones (el 54% del presupuesto nacional, de 93,7 millones). 

 

AVA-ASAJA advierte que esta cantidad por hectárea podría aumentarse con­siderablemente cuando se abonen las cantidades correspondientes a este segundo año de periodo transitorio, en él se ha exigido lo mismo que el año pasado y cuyo plazo de solicitud acabó el 30 de abril. “La experiencia del primer año ha sido tan negativa que mu­chos ni siquiera se han acercado a volver a pedir la ayuda, con lo que serán otra vez unos pocos los que se beneficien del sistema ar­bitrario e injusto impuesto por el Go­bier­no”, advierte Aguado.

 

Pinche en 'descargas relacionadas' (acoplado.mp3) para escuchar el corte d e voz de Jenaro Aviñó, director de AVA-ASAJA.

 

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