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La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) advierte a los citricultores sobre las gra­ves consecuencias penales y civiles que ten­drían los injertos ilegales con variedades o las plantaciones con pies citrícolas protegidos. Has­­ta 48 naranjas, mandarinas o limones así como patrones se en­cuen­tran ya hoy re­gis­trados y sometidos a la le­gis­lación europea y española sobre propie­dad industrial del ma­te­rial vegetal. Como señala el pre­si­den­te de la or­ga­ni­za­ción agraria, Cristóbal Aguado, “hemos en­tra­do en una nueva era mar­cada por los royal­ties y los derechos del ob­tentor y como ya ocurre con algunas verduras, flores y frutas hay que adap­tarse a la nueva situación”. Pero, matiza Aguado, “tal realidad contrasta con la que se vie­ne su­frien­do en el caso de la po­lé­mica Nadorcott, en la que se tra­tó de im­poner el pa­go de unos derechos con carácter retroactivo y con dudosos argumentos jurídicos”. 

 

Frente a la dinámica consolidada en el pasado, en la que los productores abordaban la re­conver­sión sin mayor preocupación que la variedad a elegir, la nueva regulación supone que no sólo es obligatorio injertar o plantar material con certificado fitosa­­ni­­ta­rio sino que ade­más ahora se debe aceptar en muchos casos las condiciones de explotación que im­pone su pro­pietario in­­dus­trial. En los 48 casos citados y en los que en próximas fechas se in­corpo­ra­rán al registro, es el obtentor o licenciatario el que se encarga de es­pe­cificar las condiciones en las que se podrá producir su variedad o patrón. AVA-ASAJA ad­vier­te que los detentores de los derechos de un cítrico protegido están legitimados para ac­tuar legalmente contra to­dos aquellos que injerten o planten sin su con­sen­timiento.  

 

En las compras de material vegetal protegido, además del al­barán en el que se con­creta el precio de cada planta o pie con sus co­rrespondientes derechos, el vi­ve­­­rista licen­cia­tario suele hacer firmar al comprador un con­tra­to de ‘no propagación y no co­mer­cialización’ de las plantas o yemas adquiridas. En tal documento al citricultor adquiriente se le advierte de las consecuencias penales, de prisión incluso, en las que se podía incurrir en el caso de vio­lar tal contrato, por ejemplo cambiando la ubicación física del material vege­tal. Los hay que llegan a establecer una indemnización de hasta 300.000 euros ‘por los daños y perjuicios causados’ al obtentor. En casi todos ellos, además, se advierte al comprador de que ‘queda  informado y acep­ta’ que el cítrico o pie en cuestión no tiene garantizado un determinado compor­ta­miento agro­nó­­mico.

 

La organización agraria alerta en este sentido de la proliferación de algunos cítricos que han sido evaluados en el extranjero, no por el Instituto Valenciano de Investi­ga­cio­nes Agrarias (IVIA) y cuyo desarrollo podría ser cuestionable. “Últimamente algu­nos se están tra­yendo mandarinas o naranjas que se venden como revolucionarias y que se ofrecen a pre­cio de oro pero cuyo futuro podría no estar del todo claro”, advierte Aguado. De igual manera. AVA-ASAJA sugiere a los productores que lean muy atentamente la letra pe­que­ña de estos contratos, en concreto, las cláusulas referidas a las condiciones y limi­ta­cio­nes en la producción o comercialización de estos cítricos protegidos.

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Tras acumular importantes retrasos, los comer­cios citrícolas están remitiendo en masa las liquidaciones de esta campaña. Los re­sul­ta­dos confirman la debacle que AVA-ASAJA ya advirtió públicamente tres veces que se iba a producir. Sólo los productores de algunas mandarinas precoces y de otras tar­días así como los que colocaron su cosecha a marquistas consolidados –cuyas cotiza­cio­nes son las que se ven reflejadas en la Lonja de los Cítricos de Valencia- han podido salvar los muebles y vender su cosecha por encima de los cos­­tes de producción. Pero en líneas generales la ren­tabi­li­dad de la campaña se ha vis­to menguada porque el volumen facturado, las manda­rinas y naranjas que real­mente se han re­colectado y comercializado, han sido muchas menos de las habituales, ya que el bajo ca­li­­bre de los cítricos obligó a descontar entre un 20 y un 30% de las co­se­chas, que se que­daron en el árbol o se perdieron en el destrío. “A finales de noviembre ya dimos la voz de alarma e incluso intentamos convocar un pa­ro citrícola; antes de acabar el año avanzamos unas pérdidas de más de 134 mi­llo­nes de euros y en marzo elevamos tal cantidad hasta los 239 mi­llo­nes.

 

Las liquidaciones con­fir­man nues­­tros peo­res augurios: el sector ha traspasado ya el margen de lo asu­mi­ble y en dos años podría desaparecer hasta el 40% de la su­per­ficie citrícola valenciana”, ad­vierte el presidente de AVA-ASAJA, Cristó­bal Aguado. Prue­ba de tal cosa y de la alar­man­te crisis de liquidez que sufre el citricultor es el bajo nivel de suscripción de seguros que se está dando, con un volumen de primas que, según Agro­se­gu­ro, es a estas alturas más de un 30% inferior al contratado en las mismas fe­chas del año pasado.  

 

Efectivamente, como muestra las liquidaciones medias obtenidas y ratifican sen­dos gráficos basados en las cotizaciones del Observatorio de Precios del ministerio, sólo al co­mienzo -con variedades me­no­res como la Okitsu, Clemenpons y la Oronules- y al final de la temporada de clementinas (con la manda­rina tardía Ortanique o la Hernandina) se lo­gró superar el umbral de ren­ta­bi­­lidad marcado pa­­ra los pe­que­ños cítricos por el Ins­ti­tu­to Valenciano de In­ves­tigaciones Agrarias (IVIA).

 

En el caso de las naranjas, las liqui­da­cio­nes obtenidas están siendo aún si cabe peor, con reem­bolsos por kilo que sólo se acercan sin llegar a los costes del IVIA en el caso de la La­ne-Late. Y tales resultados con­trastan con las estadísticas oficiales da­­das por la Di­rec­ción General de Comercio hasta marzo de esta temporada, que en el ca­so de las man­da­rinas hablan de un precio en destino de la exportación de 0,80 eu­ros­/kg –casi siete ve­ces más por ejemplo que lo ob­tenido por la ‘clementina reina’, la Nules- y de 0,63 eu­ros/kg para las naranjas –seis veces más que lo pagado para la Nave­lina-. “Los precios lo­grados por los operadores no son tampoco altos, es más, en beneficio de to­dos tenemos que luchar porque sean ma­yo­res; pero lo que es evidente es que existe un gran des­fa­se entre ori­gen y destino que debemos corregir”, valora Agua­do. 

 

AVA-ASAJA reclama por todo ello acelerar el grado de cumplimiento de la tabla rei­­­vindicativa remitida a las Administraciones antes de Navidad e insiste en la necesidad de re­to­mar el diálogo para comenzar a planificar la próxima campaña. En este sentido, la or­ga­nización agraria matiza que, en el caso de la Conselleria de Agricultura, se man­tiene una línea de diálogo abierta que ya ha dado algunos frutos destacables “pero es ne­­ce­sa­­rio implicar al Gobierno central, que hasta el momento no ha movido pieza en esta cri­sis”, matiza Aguado.

 

Consulte los gráficos pinchando en 'descargas relacionadas' - 'debacle'.

 

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AVA-ASAJA rechaza los postulados ex­­­­presados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Junta Central de Re­­­­­gantes de la Mancha Oriental, que pretenden desligar de la futura Demarcación Hi­dro­­­­­lógica del Júcar a un buen número de pequeñas cuencas hoy vincula das a la Con­fe­de­ración Hidrográfica del Júcar (CHJ) así como a la propia Al­bu­fe­­­ra de Valencia. La or­ga­­nización agraria cree que se pondría en pe­­­­­­­ligro los abaste­ci­mien­tos de los regantes valencianos. También cuestionarían el futuro del propio humedal, que no se puede entender sin las aportaciones del Júcar. Es más, a jui­­­­­cio del presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, tales planteamientos “no se sos­tie­­­­­nen académicamente porque son una barbaridad histórica e hídrica y esconden os­cu­ros intereses vinculados al control del agua y de lo que quedará de la actual con­fe­de­ra­ción”. El Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, tras conocer en abril el bo­­­rrador del Consejo Nacional del Agua, debe pronunciarse sobre cómo quedará la futu­ra Demarcación Hidrográfica del Júcar para así cumplir con la polémica sentencia del Su­­­premo de octubre de 2004. Y en este proceso, los regantes citados –con el amparo del gobierno de Castilla-La Mancha- plantean la segregación de una serie de espacios in­­­­­terfluviales de la futura demarcación, entre los cuales se situaría el de La Albufera, que de­­berían ser entonces gestionados por la Generalitat.

 

AVA-ASAJA rechaza en este sen­ti­do cualquier planteamiento que, como en el caso citado, pueda suponer una so­­­bre­explotación del Júcar o de sus afluentes. “De forma solapada lo que pre­ten­den es au­mentar el porcentaje de superficie y población vinculada a la comunidad manche­ga para así  tener más representación y disponer de más recursos hídricos a cos­­ta de los de los valencianos”, señala Aguado quien además no duda en advertir que a lo que también as­piran es “a trasladar la sede administrativa de lo que hoy es la CHJ a Albace­te”. AVA-ASAJA matiza que La Albufera se sostiene gracias a las aportaciones hí­dri­cas tan­to del Túria como del Júcar.

 

Tal cosa viene siendo así, al menos, desde el siglo XVIII cuando el área de la Acequia Real del Júcar se amplió para regar otros diez mu­ni­cipios, en­gar­zan­do el suministro de la Ribera Alta con el de la Ribera Baja (Silla, Sollana, Al­ba­lat…). Los sobrantes de los regadíos de la comarca de La Ribera del Júcar son fun­damentales para que las aguas de La Albufera no sean salobres pero, más allá de eso, son claves para oxigenar y regenerar las aguas del lago, para dar vida a la flora y fauna allí consolidada, en definitiva, para mantener un entorno como el que hoy conocemos que merece su protección como parque natural.

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La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) denuncia que la orden ARM/1312/2009 del Ministerio de Medio Rural  publicada en el BOE de 27 de mayo, que regula los sistemas del control de agua, impone nuevas y farragosas exigencias a los agricultores, de difícil y costoso cumplimiento. En dicha orden se obliga a los titulares de pozos de riego a situar los contadores lo más cerca posible del punto de captación de agua además de a cumplimentar un nuevo y complejo libro de control anual así como partes de con­su­mo cada mes.

 

Concretamente, la orden detalla en un anexo de doce páginas hasta ocho com­pli­ca­dos formatos de libros de control en los que se exige a los agricultores cuestiones tan gratuitas como dibujar un “croquis sencillo de la toma que permita saber cómo funciona el aprovechamiento, de dónde saca el agua y con qué sistema (canal, tubo y bomba, pozo, manantial,…)”.

 

Para los pozos con caudales de entre cuatro y cien li­tros por segundo -que son la mayoría- se exige ahora que en el libro de control conste el día y mes de la anotación, los metros cúbicos e incluso la identidad de quien comprueba la lectura, cuestiones que evidentemente tendría que responsabilizarse la Administración. Ade­más, el documento llega al extremo de exigir que el agricultor no cometa tachaduras ni raspaduras en los asientos o que los datos se conserven al menos cuatro años.  

 

“Nosotros no nos oponemos a que se controle el agua que gastamos pero esta orden, que ya está en vigor pese a que no se ha consultado ni informado al sector, nos me­te en un estado policial y burocrático, que camina en sentido contrario a la simplificación de todos los procesos administrativos que viene defendiendo la UE desde hace años” afirma Cristóbal Aguado, presidente de AVA-ASAJA, quien añade que son “los políticos quienes deben propiciar una regulación cla­­ra y sencilla y los funcionarios los que deberían encargarse de las tareas de gestión. El agricultor está para cultivar, cuidar sus campos y cosechas, pero no para que se pase la jornada con burocracia, asumiendo la labor que corresponde a los em­pleados pú­bli­cos”. 

 

AVA-ASAJA entiende que esta regulación es más inoportuna si cabe por que se produce a los pocos meses de haber eliminado las tarifas especiales de riego y porque lle­ga en un momento muy delicado para el bolsillo del agricultor. La norma vuelve a in­crementar los ya de por sí cuantiosos gastos de gestión de la comunidades de regantes, que en muchas ocasiones no tienen ni personal ni medios materiales suficientes.

 

“Es normal que se lleve un control anual del uso el agua, pero no lo es que se nos exija uno mensual, incluso nos parece absurdo que tengamos que medir cuestiones como la al­tu­ra del agua (piezometría) o registrar en un documento la identidad de la per­sona que lo ha­ga”, advierte Aguado quien concluye que la cumplimentación del libro de control de­bería de ser una tarea asumida por la Administración “a la que pagamos religiosamente nuestros impuestos”.

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De los 73.172 valencianos que reclamaron y tra­mi­­­­­taron en 2008 la ayuda del nuevo pago único de cítricos, sólo 33.000 han po­di­do co­brar­­­la, lo que supone que el 55% de citricultores solicitantes han quedado excluidos. AVA-ASAJA atribuye tan alto porcentaje al empecinamiento del Ministerio de Me­dio Am­biente en man­tener las ayudas aco­pladas, condicionadas a la entrega por parte del pro­ductor de unas cantidades mí­nimas destinadas a su transformación.

 

Como señala el pre­sidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), Cris­tó­bal Aguado, “la errónea opción escogida por el Go­bierno y la actitud obs­truc­cionista de muchos ope­radores han impedido que las subven­cio­­nes de la nueva OCM lleguen a más 40.000 citricultores valencianos”. 

 

Efectivamente, la nueva regulación europea de la OCM suponía en el caso de  los cítricos un cambio de filosofía en tanto las ayudas dejaban de darse a las Or­ga­ni­za­cio­nes de Productores (OPFH) en función de los kilos transformados en zumo, sino di­rec­tamente a los citricultores, a tanto por hectárea. Pero el departamento de Ele­na Es­pi­no­sa –con la oposición de todas las organizaciones agrarias españolas- introdujo un periodo transitorio de dos años (para la campaña 2008/09 y la 2009/10), en el que se obligaba a los citricul­tores a entregar a la in­dus­tria unas cantidades mí­nimas (de 2.300 kilos por hec­tá­rea en el caso de naran­jas y 1.300 kg/ha, en el de ma­n­darinas).

 

Para después cobrar la ayuda, en el caso del citricultor no asociado a una OPFH, el productor tenía que conseguir que el llamado ‘re­ceptor autorizado’- que en la Co­mu­­nidad pasaron a serlo casi to­dos los ope­radores- le incluyera en el contrato que tenía que suscribir con la industria trans­for­madora, que cons­taba de un listado de produc­tores en el que figuraba que se había efectuado las entregas mínimas reclamadas. 

 

Pues bien, como se ha dicho, hasta 73.172 citricultores valencianos reclamaron la ayuda pero sólo 33.000 lograron que su nombre figurase en el listado citado. Como ya advirtió AVA-ASAJA, el problema para el citricultor independiente que sí cursó su solicitud de ayuda y tenía derecho a recibirla, no ha sido el lograr entregar las cantidades exigidas –que se podrían obtener de los destríos habituales de cada ven­ta- sino el haber dependido de la voluntad del ‘receptor autorizado’ para poder co­brar­­las.

 

“Muchas cooperativas y un nú­me­ro reducido de comercios co­la­boraron y facilitaron la gestión al citricultor, otros qui­sie­ron cobrar incluso un ‘peaje’, pero es evidente que la mayor par­te de comercios se negaron a hacer el trámite, seguramente, porque sabían que cuantas me­nos solicitudes fueran aceptadas más trozo del pastel iban a llevarse para sus fincas”, denuncia Agua­do. El resultado del primer año del periodo transitorio ya es conocido: los productores de naranjas y mandarinas están recibiendo estos días 587,86 euros/ha y los de limones, 1.214 euros/ha. En términos generales, la citricultura de la Comunidad Valenciana, con el 57% de la superficie citrícola nacional, percibirá alrededor de 50 millones (el 54% del presupuesto nacional, de 93,7 millones). 

 

AVA-ASAJA advierte que esta cantidad por hectárea podría aumentarse con­siderablemente cuando se abonen las cantidades correspondientes a este segundo año de periodo transitorio, en él se ha exigido lo mismo que el año pasado y cuyo plazo de solicitud acabó el 30 de abril. “La experiencia del primer año ha sido tan negativa que mu­chos ni siquiera se han acercado a volver a pedir la ayuda, con lo que serán otra vez unos pocos los que se beneficien del sistema ar­bitrario e injusto impuesto por el Go­bier­no”, advierte Aguado.

 

Pinche en 'descargas relacionadas' (acoplado.mp3) para escuchar el corte d e voz de Jenaro Aviñó, director de AVA-ASAJA.

 

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El sector vitivinícola de la comarca de Utiel-Requena ha detectado en los últimos días una reactivación de movimientos de compra-venta de vino, aunque a precios en origen a la baja, cada vez más por debajo del umbral de renta­bilidad. Pese a ello, a estas alturas de la campaña AVA-ASAJA denuncia que tan sólo el 15-20% de la añada se ha vendido y retirado de las bodegas. Así, todavía queda alrededor de un 25-30% de la producción por vender.

A esto hay que sumarle otro 25-30% que, a pesar de haberse vendido, aún debe ser colocado en sus puntos de destino. El vino restante de la producción se ha desti­na­do para desti­lación de uso de boca. “La dramática situación de los viticultores valen­cia­nos no sólo se debe ahora a los precios de ruina o a los retrasos en el cobro de las liquidaciones, sino que en el horizonte pesa la amenaza de que, cuando llegue la próxima vendimia, se tenga que afrontar un problema social más serio aún: que la campaña se paralice por­que no haya espacio para almacenar más vino”, explica el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado. 

 

AVA-ASAJA lamenta las declaraciones realizadas recientemente por el presiden­te de la Federación Española del Vino (FEV), José García Carrión, quien anun­ció que se están manteniendo negociaciones para diseñar un plan nacional de re­tirada escalonada del vino antes de la vendimia “con o sin precio”. Para Aguado tal cosa re­fleja “la falta de sensibilidad de los bodegueros con los productores y cooperati­vas que son los que mantienen el sector” y advierte que “no es de recibo que de­ter­minados ope­ra­dores traten de aprovecharse de la situación para comprar más barato y ahondar en las miserias del sector”. 

 

AVA-ASAJA insiste por todo ello en reclamar al Ministerio de Medio Rural, que con el retraso en la aprobación del paquete de medidas de la OCM del vino tanto contribuyó a desestabilizar aún más el mercado, a aprobar una destilación de crisis de urgencia. Junto a ello, la organización agraria exige que los fondos de Desarrollo Ru­ral desgajados de la propia OCM del Vino y que ascienden a 5,92 millones de euros para el periodo 2009/2013 se dediquen íntegramente a medidas para aliviar la crisis de liquidez tanto de las cooperativas como muy especialmente de los viticultores.

 

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La invasión del mercado nacional de patatas vie­jas francesas, almacenadas durante meses y a unos precios inferiores a los de los pro­pios cos­tes de producción galos, ha obligado a determinadas cooperativas y horticul­to­res a dejar en el campo y sin recoger su producción. Es el caso de Cohoca (Cooperativa Hor­­to­frutícola del Campo de Benifaió) que ha optado por dejar de servir pedidos de pa­ta­­ta temprana valenciana porque a los precios propuestos sólo se cubría los costes de la recolección.

 

AVA-ASAJA ha remitido una carta tanto al Ministerio de Me­­­dio Ambiente y Medio Rural como a la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) re­­­clamando una in­vestigación sobre una posible subvención ilegal dada por el Ejecutivo fran­cés a sus horticultores. “Sólo mediando una ayuda del Estado se puede entender que la co­secha gala del año pasado se esté vendiendo aquí ahora a precios que casi no cubren ni lo que cuesta el transporte de Francia a España”, denuncia el presidente de esta organiza­ción, Cristóbal Aguado. 

 

El tubérculo francés se está vendiendo a los consumidores en los supermercados a un tercio del precio marcado para el producto valenciano. En las fruterías de barrio el dese­qui­li­brio es aún mayor y los 0,50/0,80 euros/kg a los que se ofrece la patata tem­prana valen­cia­na o nacional contrastan con los entre 0,20 y 0,25 euros/kg por los que se vende la francesa (a un euro, cuatro o incluso cinco kilos).

 

Y tal cosa se antoja imposible de conseguir de no me­diar un factor distorsionador del mercado como una ayuda. De hecho, el De­partamento Técnico de AVA-ASAJA advierte que sólo el transporte desde el país vecino ya ascendería a 0,15/0,17 euros, a lo que habría que sumar los costes de pro­ducción de la­vado, secado y calibrado, que se vendrían a situar entre los 0,12 y 0,15 euros/kg. A la posible ayuda ilegal dada a los productores franceses habría que sumar una se­­­­gunda infracción evidente, la de las normativas de calidad. El 24 de enero el BOE pu­blicó un completo decreto en el que se reforzaban las condiciones mínimas exigidas en el mercado español para poder comercializar patatas.

 

AVA-ASAJA denuncia que las par­­tidas francesas, que masivamente se han importado hasta copar el mercado y hundir las cotizaciones de las locales, no reúnen en muchos casos los re­qui­si­tos establecidos en cuanto al calibre, presentación, ausencia de podredumbre, envasado… Y no es difícil de entender que se esté pro­du­cien­do tal cosa porque se trata de un género procedente de la anterior campaña que, como explica Aguado, “ha sido almacenado durante meses en cámaras de frío, lo que les hace perder toda su frescura. Aunque aparentemente el lavado pueda camuflar sus ca­ren­cias, quien las haya adquirido ya habrá podido com­probar que en muchas ocasiones el interior está ennegrecido y que una vez frita la pa­tata se reblandece y pierde todo el sabor”. 

 

AVA-ASAJA llama por ello a los consumidores al consumo de patatas tempranas locales que mantienen todas sus cualidades organolépticas intactas, entre otras cosas, porque son recolectadas días antes de que puedan ser consumidas y “no son los saldos de lo que los franceses no pudieron colocar en su momento”, explica Aguado.

 

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AVA-ASAJA denuncia que el precio que perciben los productores de hortalizas valencianas de temporada se sitúa por debajo de los costes de producción y confección a pie de campo. A pesar de estar en el inicio de la campaña de recolección, el sector hortícola detecta un hundimiento de las cotizaciones en origen de las patatas, cebollas, tomates, pimientos, berenjenas, calabacines y pepinos autóctonos de la huerta debido a la crisis económica y la consecuente bajada del consumo en las fruterías de barrio, que son los comercios a los que accede la producción autóctona.

 

 

Según un estudio de AVA-ASAJA, a la puerta de los ‘mercas’ el tomate valenciano de calidad se vende a hasta 1’3 €/kg cuando los costes ascienden a 1,5 €/kg, la patata y la cebolla a 0,15 €/kg frente a 0,30 €/kg de costes, el pimentón italiano a 0,35 €/kg con 0,50 €/kg de gastos, la berenjena a 0,40-0,50 €/kg con 0,60 €/kg de gastos, y el calabacín y el pepino blanco se hunden a los 0,20 €/kg cuando los costes suben a 0,40 €/kg y 0,60 €/kg respectivamente. 

 

“La campaña de hortalizas de verano ha arrancado con muy mal pie”, asegura Cristóbal Aguado, presidente de AVA-ASAJA, quien añade que “al principio de campaña los precios de las hortalizas precoces de gran calidad normalmente se caracterizan por ser altos al coincidir con el final de la recolección en Andalucía”.  

 

El dirigente agrario critica que “mientras las hortalizas valencianas no encuentran salida en las fruterías de barrio por el desplome del consumo, las grandes superficies y supermercados prefieren colocar en sus lineales hortalizas de otras zonas productoras”. Un caso “gravísimo” sería la preferencia por la patata vieja, comprada a Francia a precio de saldo, aunque sean de una calidad mucho peor a nuestra patata temprana”.

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El director general de Investigación Agroa­limen­ta­­ria, Manuel Láinez, se comprometió ayer ante la sectorial de cítricos de AVA-ASAJA a re­gistrar hasta cinco variedades de cítricos y un nuevo pa­trón cada año. La Conselleria de Agricultura responde así a los requerimientos de AVA-ASAJA, que ya incluyó en la ta­bla reivindicativa consensuada en diciembre con el resto de organiza­cio­nes agra­rias, la necesidad de reorientar los proyectos de investigación del Instituto Va­len­­ciano de In­ves­­ti­ga­­cio­­nes Agrarias (IVIA) hacia cuestiones más prácticas y de rápida apli­cación.

 

 

“El IVIA ha sido un centro citrícola de referencia mundial pero en los últimos años no estaba dando las respuestas que requería el citricultor. Ahora parece que se está impulsando un giro para que los citricultores podamos explotar antes y de la mejor manera sus lo­gros”, ha señalado el pre­sidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado La sectorial citrícola de esta organización agraria confirmó primero que buena par­­­te de la responsabilidad de las ruinosas liquidaciones que a duras penas comienzan a llegar a los citricultores, junto a otros problemas estructurales determinantes, se debe a la concentra­ción de la oferta entre noviembre y diciembre. De ahí la importancia de la salida al mer­cado, no sólo de nuevas variedades tardías sino también de pies que sirvan para alargar la vida agronómica de mandarinas de calidad como la Nules.

 

Este hecho ha marcado el con­tenido del ‘Plan de Objetivos y Evaluación de Variedades y Patrones’ del IVIA que ayer presentó Láinez y que supondrá mejoras relevantes en todo el proceso pa­ra la obtención de nuevo material vegetal. Para Aguado el enfoque dado llega en el mo­mento más oportuno “porque servirá para dar medios e ilusión a los citricultores que ya em­pezábamos a creer que la innovación y las nuevas naranjas revolucionarias sólo po­dían ser explotadas por clubes exclusivos dominados por unos pocos privilegiados”. 

 

El citado plan supondrá la creación de un equipo que se encargará de exigir re­sultados prácticos, coordinar los diferentes programas (de generación de mandarinas triploides, irradiadas, para la mejora genética o para la obtención de patrones y su adaptación a las nue­vas variedades…) pero también para acelerar el proceso de re­gistro, posterior limpieza y cuarentena y experimentación. “No se puede entender que una mandarina, una vez obtenida, tarde más de ocho años en llegar al citricultor”, ad­­vierte el presidente de AVA-ASAJA. Desde AVA-ASAJA, y con el fin de buscar mayor efectividad a la hora de gestionar nuevos registros del IVIA para los agricultores valencianos, le pedimos a la conselleria nuevas fórmulas más imaginativas que ya están aplicando empresas privadas como los clubes de variedades.

 

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