AVA-ASAJA denuncia que la invasión de patata gala obliga a dejar en el campo y sin recoger la valenciana

La invasión del mercado nacional de patatas vie­jas francesas, almacenadas durante meses y a unos precios inferiores a los de los pro­pios cos­tes de producción galos, ha obligado a determinadas cooperativas y horticul­to­res a dejar en el campo y sin recoger su producción. Es el caso de Cohoca (Cooperativa Hor­­to­frutícola del Campo de Benifaió) que ha optado por dejar de servir pedidos de pa­ta­­ta temprana valenciana porque a los precios propuestos sólo se cubría los costes de la recolección.

 

AVA-ASAJA ha remitido una carta tanto al Ministerio de Me­­­dio Ambiente y Medio Rural como a la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) re­­­clamando una in­vestigación sobre una posible subvención ilegal dada por el Ejecutivo fran­cés a sus horticultores. “Sólo mediando una ayuda del Estado se puede entender que la co­secha gala del año pasado se esté vendiendo aquí ahora a precios que casi no cubren ni lo que cuesta el transporte de Francia a España”, denuncia el presidente de esta organiza­ción, Cristóbal Aguado. 

 

El tubérculo francés se está vendiendo a los consumidores en los supermercados a un tercio del precio marcado para el producto valenciano. En las fruterías de barrio el dese­qui­li­brio es aún mayor y los 0,50/0,80 euros/kg a los que se ofrece la patata tem­prana valen­cia­na o nacional contrastan con los entre 0,20 y 0,25 euros/kg por los que se vende la francesa (a un euro, cuatro o incluso cinco kilos).

 

Y tal cosa se antoja imposible de conseguir de no me­diar un factor distorsionador del mercado como una ayuda. De hecho, el De­partamento Técnico de AVA-ASAJA advierte que sólo el transporte desde el país vecino ya ascendería a 0,15/0,17 euros, a lo que habría que sumar los costes de pro­ducción de la­vado, secado y calibrado, que se vendrían a situar entre los 0,12 y 0,15 euros/kg. A la posible ayuda ilegal dada a los productores franceses habría que sumar una se­­­­gunda infracción evidente, la de las normativas de calidad. El 24 de enero el BOE pu­blicó un completo decreto en el que se reforzaban las condiciones mínimas exigidas en el mercado español para poder comercializar patatas.

 

AVA-ASAJA denuncia que las par­­tidas francesas, que masivamente se han importado hasta copar el mercado y hundir las cotizaciones de las locales, no reúnen en muchos casos los re­qui­si­tos establecidos en cuanto al calibre, presentación, ausencia de podredumbre, envasado… Y no es difícil de entender que se esté pro­du­cien­do tal cosa porque se trata de un género procedente de la anterior campaña que, como explica Aguado, “ha sido almacenado durante meses en cámaras de frío, lo que les hace perder toda su frescura. Aunque aparentemente el lavado pueda camuflar sus ca­ren­cias, quien las haya adquirido ya habrá podido com­probar que en muchas ocasiones el interior está ennegrecido y que una vez frita la pa­tata se reblandece y pierde todo el sabor”. 

 

AVA-ASAJA llama por ello a los consumidores al consumo de patatas tempranas locales que mantienen todas sus cualidades organolépticas intactas, entre otras cosas, porque son recolectadas días antes de que puedan ser consumidas y “no son los saldos de lo que los franceses no pudieron colocar en su momento”, explica Aguado.

 

 

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