El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, denuncia que estos datos demuestran que “incluso la citricultura más innovadora y comprometida con ampliar su mapa varietal, ha tenido que ceder y recortar gastos para subsistir”. Según los datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), la drástica disminución se ha dado por igual en naranjas y mandarinas y afecta casi todas las variedades.
En el primer caso y tras años en los que las naranjas habían polarizado el interés de los citricultores, la compra de estos plantones cayó desde el máximo histórico alcanzado en 2006 (3,12 millones) a un mínimo también récord en 2007, en el que sólo se comercializaron 1,47 millones de unidades. En el segundo grupo, el hundimiento de las compras en 2007 fue más pronunciado que todos los acumulados en años anteriores y así se pasó de las 760.586 unidades de 2006 a casi la mitad, 338.470. “Los citricultores apuramos nuestra suerte y tras años de ruinosas liquidaciones en todas las clementinas, apostamos por las naranjas.
Después de dos campañas en las que la inmoral práctica de la ‘venta a resultas’ se extendió de las mandarinas a las naranjas, el productor ha desistido y ha perdido el interés porque los rendimientos de la actual oferta varietal no compensan los gastos de reestructuración”, explica Aguado. Ni siquiera la oferta de mandarinas tardías, aquellas que mejores cotizaciones han tenido estos últimos años, han incentivado el cambio hacia estas variedades.
De hecho, tras una década con unas ventas medias por encima de las 250.000 unidades, durante los dos últimos años se han registrado sendas caídas que han situado las cifras de plantones de mandarinos híbridos (los que se recogen entre enero y marzo, ya en la segunda fase de la campaña) en un mínimo histórico de 80.703 unidades. La reducción de las ventas en el segmento de producción que mejores perspectivas comerciales mantiene y que mejor se adaptaría a un cambio varietal por los problemas de ‘pinyolà’ y fitosanitarios que padece, evidencia –a juicio de AVA-ASAJA- la necesidad de aprobar el Plan de Reconversión en los términos que prometió en un primer momento la Generalitat.
Por aquel entonces, la Conselleria de Agricultura garantizó un plan de renovación basado en cinco nuevas mandarinas tardías y sin semillas en el que no sólo se financiaría el coste total de la reconversión sino también el ‘lucro cesante’ durante los años en los que los árboles aún no produjeran. “Los citricultores hemos ido reduciendo a la mínima expresión todos los imputs agrarios –poda, polvorización, abonos…- y ahora recortamos gastos también en la reconversión varietal. Seguiremos apostando por este cultivo si encontramos variedades que se adapten al mercado pero, después de toda una vida asumiendo estos costes, ya hemos llegado al límite”, explica Aguado.