Las compras de plantones se hundieron a la mitad en 2007 por la gravedad de la crisis citrícola

La gravedad de la crisis citrícola provocó que en 2007 se redujeran a la mitad el número de plantones comercializados en la Co­mu­­­­­nitat, que suele acaparar entre el 70 y el 80% de las ventas del conjunto del país. Efec­­tivamente, du­ran­te el pasado año sólo se cer­ti­fi­ca­ron 2,17 millones de plan­tones en la Comunitat cuando en 2006 esta cifra as­­­cen­dió a 4,34 millones. Como refleja el Grá­­fico 1, 2007 fue el se­gundo año con­­­secutivo con descensos en las ventas de los vi­­veros.

El pre­si­dente de AVA-ASAJA, Cristóbal Agua­do, denuncia que estos datos de­­muestran que “incluso la citricultura más innovadora y comprometida con ampliar su mapa varietal, ha tenido que ce­der y re­cor­tar gastos para subsistir”. Según los datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), la drás­tica disminución se ha dado por igual en naranjas y man­darinas y afecta casi todas las variedades.

 

 

En el primer caso y tras años en los que las naranjas habían polarizado el in­terés de los citricultores, la compra de estos plan­­tones cayó desde el máximo his­tórico alcanzado en 2006 (3,12 millones) a un mí­ni­mo tam­­bién récord en 2007, en el que sólo se comercializaron 1,47 millones de uni­da­­des. En el segundo grupo, el hundimiento de las compras en 2007 fue más pronunciado que todos los acumulados en años an­teriores y así se pasó de las 760.586 unidades de 2006 a casi la mi­tad, 338.470. “Los citricultores apu­ra­mos nuestra suerte y tras años de rui­no­sas li­qui­da­cio­nes en todas las clementinas, apostamos por las na­ran­­jas.

 

 

Después de dos campañas en las que la inmoral práctica de la ‘venta a re­sultas’ se extendió de las mandarinas a las na­ranjas, el productor ha desistido y ha perdido el interés por­que los rendimientos de la actual oferta va­rietal no compensan los gastos de rees­tructuración”, explica Aguado. Ni siquiera la oferta de mandarinas tardías, aquellas que mejores cotizaciones han te­ni­­­do estos últimos años, han incentivado el cambio hacia estas variedades.

 

 

De hecho, tras una década con unas ventas medias por encima de las 250.000 uni­da­des, durante los dos últimos años se han registrado sendas caídas que han situado las cifras de plantones de mandarinos hí­bridos (los que se recogen entre enero y marzo, ya en la segunda fase de la cam­pa­ña) en un mí­nimo his­tó­rico de 80.703 uni­dades. La reducción de las ventas en el segmento de producción que mejores pers­pec­­ti­vas comerciales mantiene y que mejor se adaptaría a un cambio varietal por los pro­ble­mas de ‘pinyolà’ y fitosanitarios que padece, evi­den­cia –a juicio de AVA-ASA­JA- la necesidad de aprobar el Plan de Reconversión en los términos que pro­­­metió en un primer momento la Ge­neralitat.

 

 

Por aquel entonces, la Conselleria de Agri­­cul­tu­ra garantizó un plan de renovación basado en cinco nue­vas mandarinas tar­días y sin se­millas en el que no sólo se financiaría el coste total de la reconversión si­no tam­­bién el ‘lucro cesante’ durante los años en los que los árboles aún no pro­dujeran.  “Los citricultores hemos ido reduciendo a la mínima expresión todos los im­puts agrarios –poda, polvorización, abonos…- y ahora recortamos gastos también en la reconversión varietal. Seguiremos apostando por este cultivo si encontramos va­rie­dades que se adapten al mercado pero, después de toda una vida asumiendo es­tos costes, ya hemos llegado al límite”, explica Aguado.

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