Para Aguado, China se ha convertido en “otro ejemplo de lo que no debe ser tolerado por la OMC”: “Prácticamente ningún sector económico de nuestro país, incluido el agrario, está satisfecho con el actual funcionamiento de las relaciones comerciales y las inversiones extranjeras con el mercado chino”.
En el plano agrícola y ganadero, la competencia desleal del gigante asiático ha reducido a la mínima expresión las antaño florecientes industrias españolas de gajos de satsuma y otras conservas vegetales como espárragos. Asimismo, se han detectado problemas de trazabilidad en el sector cunícola y porcino, y en seguridad alimentaria por uso de antibióticos en miel procedente de China.
En cualquier caso, Aguado matiza que “desgraciadamente el caso de China no es aislado”. La OMC permite acuerdos globales que “dependen de pactos bilaterales hechos a la fuerza y que nos obligan a comulgar con ruedas de molino”, como sucede con las exportaciones de clementinas y otros productos agrarios de excelente calidad a Estados Unidos, entre otros mercados.