Artículo de opinión para Levante-EMV
Cristóbal Aguado Laza
Presidente de AVA-ASAJA
Si vas a determinados supermercados, puedes encontrarte paquetes de arroz que indican en su etiqueta el nombre de un distribuidor valenciano e, incluso, una imagen del Micalet, una barraca, una paella o arroceros tradicionales faenando en la Albufera de Valencia. Pero ojo, consumidor, porque pueden tratar de darte gato por liebre. Todas estas pistas pueden ser perfectamente falsas, pues mientras no se especifique en ningún lado el país de origen no hay manera de certificar que es arroz valenciano o traído de cualquier país tercero, probablemente asiático.
Esta práctica comercial que permite la Unión Europea es, sencillamente, un engaño a los consumidores. No es lo mismo un arroz cultivado en un parque natural de la Comunitat Valenciana, con las condiciones ambientales y de seguridad alimentaria más exigentes del mundo, que un arroz producido fuera. Myanmar y Camboya, que disfrutan de arancel cero por el tratado ‘Todo menos armas’, utilizan productos químicos nocivos para la salud que están prohibidos aquí, producen de manera insostenible, contaminan durante un transporte de miles de kilómetros, por no hablar que vulneran los derechos humanos.
Además de engañar a sus consumidores, Bruselas arruina a sus productores. La campaña iba razonablemente fluida hasta que han descargado en los puertos valencianos más de 35.000 toneladas de arroz asiático, una auténtica barbaridad, que han inundado los mercados y han interrumpido las ventas del grano que aguarda aún en nuestros almacenes. Así que lo habitual en algunas cadenas de distribución es pasar a vender ese arroz foráneo como si fuera nuestro.
Y no solamente ocurre en el arroz. Cuando destapamos el escándalo de la detección de Hepatitis A en fresas de Marruecos, muchos consumidores se quejaban de que el etiquetado dejaba mucho que desear a la hora de identificar si el origen de las fresas eran de Huelva o de un país tercero. El tema del aguacate también clama al cielo, con carteles tan surrealistas como ‘Origen: España/Marruecos/Perú’. En cuanto a las naranjas, hay empresas muy conocidas que se jactan de utilizar productos de proximidad, incluso de sus propias fincas cuando, en realidad, exprimen sus zumos con naranjas de Egipto, bastante más baratas y de peor calidad.
Que no te vendan gato por liebre. Comprueba el origen, no compres en supermercados que no informan del origen real, compra producto europeo, come sano y seguro, potencia la economía agraria de tu entorno y cuida tu territorio.