Valencia, 20 de abril de 2022. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) urge a las administraciones nacional y autonómica a “ser serias, hacer las cosas bien hechas y cumplir sus promesas” para acabar “en los próximos dos o tres años como máximo” las obras pendientes de modernización de regadíos de todo el área regable de la Acequia Real del Júcar (ARJ).
Valencia, 19 de abril de 2022. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) valora de manera positiva la campaña de vigilancia que llevan a cabo las fuerzas de la Policía de la Generalitat y los equipos ROCA de la Guardia Civil para combatir los robos de algarrobas en el campo valenciano. La organización agraria aplaude que las fuerzas de seguridad atiendan la reivindicación que viene reclamando desde hace varios años a fin de hacer frente a la ola de hurtos alentados por los precios en máximos históricos que alcanza este fruto seco debido a sus crecientes aplicaciones en la industria alimentaria y farmacéutica.
Madrid, 19 de abril de 2022.- La sectorial de Aceite de Oliva de ASAJA ha analizado el documento de trabajo que el ministerio de Agricultura ha elaborado sobre la intervención sectorial del olivar tradicional y ha elaborado una serie de alegaciones con la posición de la Organización que remitirá al ministerio con el fin de mejorar el plan y que las ayudas lleguen, de forma directa, a los profesionales del sector.
En su documento de observaciones, ASAJA incide en la necesidad de replantear la estrategia de reparto de estas ayudas. El plan está diseñado para que los perceptores de las ayudas sean las organizaciones de productores (OPs) mientras que ASAJA defiende la creación, dentro de un Plan de Desarrollo Rural (PDR), de un subprograma específico para el olivar tradicional, con el fin de que sean los oleicultores particulares quienes reciban directamente las mismas y se autogestionen para realizar la reconversión de sus olivares.
Además, la sectorial considera que la dotación total de 30 millones de euros a repartir entre las diferentes zonas productoras de olivar tradicional, unos 2 millones de hectáreas, supone un importe ridículo que no se adapta a la relevancia del cultivo en España y que no va a permitir realizar la reconversión que el sector del olivar tradicional necesita. Por ende, irán dirigidas a los cultivos catalogados como olivar de secano en el SIGPAC, quedando excluidas todas las parcelas de olivar tradicional en regadío.
Por otra parte, ASAJA considera un problema derivado del plan presentado por el ministerio la asignación de las ayudas dentro de las cooperativas de oleicultores: cómo y quién las van a aplicar. Dentro de cada cooperativa habría que crear y clasificar subsectores de olivar para diferenciar el olivar tradicional del olivar intensivo o super-intensivo. Dada la complejidad de su aplicación, mucho nos tememos que al final esta ayuda se acabe perdiendo, ya que además de ser poco dinero no va a llegar a quién realmente lo necesita.
Confiamos que el ministerio tenga en cuenta las observaciones de ASAJA y opte por crear un programa específico para el olivar tradicional español, dentro de un Plan de Desarrollo Rural, ya que ahora mismo estamos en un momento oportuno para llevarlo a cabo.
Valencia, 13 de abril de 2022. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) denuncia que la sistemática supresión de materias activas fitosanitarias para combatir las plagas y enfermedades por parte de la Unión Europea y las adversidades climáticas acumuladas durante la primavera –lluvias persistentes, ola de frío ártico y vientos de poniente– reducen un 50% la producción pendiente de recolección de cebollas y patatas en las comarcas valencianas de L’Horta y La Ribera. La organización advierte de que este importante desplome de cosechas, unido a la escalada histórica de los costes de producción, “hunde la rentabilidad y amenaza con retroceder aún más su superficie e, incluso, con ser los dos próximos cultivos en desaparecer de la huerta valenciana”.
Valencia, 12 de abril de 2022. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) solicita al Ministerio de Agricultura que destine una línea de ayudas directas a los cítricos por la grave crisis de rentabilidad que atraviesan la inmensa mayoría de los productores de naranjas y mandarinas.
Curiosa cuanto menos me ha resultado la visita a Fruit Logistica, la feria hortofrutícola más importante del mundo cuya última edición tuvo lugar del 5 al 7 de abril en Berlín. Sabíamos que iba a ser diferente, tras la suspensión de 2021 por la pandemia y con la celebración de 2022 en plena guerra de Ucrania y con una escalada histórica de los costes de producción. Sin embargo, las impresiones con las que vuelvo no me dejan indiferente porque he detectado cambios de tendencias de mayor repercusión para nuestra agricultura.
Como siempre, los países europeos de gran visión mercantil, como Países Bajos, Francia o Italia, estaban bastante resaltados. Del mismo modo, había un impulso muy fuerte por parte de países sudamericanos, como Perú, Colombia, Brasil, Ecuador o Argentina, que han apostado por unos stands más espectaculares y mantenían movimientos de contactos extraordinarios. España ha sido una zona más tranquila y algo menos visitada, quizás por el diseño de la propia entrada de la feria.
Valoro positivamente el apoyo de la Generalitat Valenciana, con la asistencia de una delegación encabezada por el presidente Ximo Puig y acompañado por la consellera Mireia Mollà y otros representantes de la conselleria. Me gustó la luminosidad de los salones de Murcia y Andalucía, que daban una mayor vitalidad comercial y de imagen a sus empresas, pero lamentablemente no fue la tónica general de nuestro país donde hubo espacios con menos brillo y actividad.
Todos están haciendo un esfuerzo en marketing para presentar sus productos de manera diferenciada. Dentro de Europa, que es nuestro mercado de proximidad, España debe significar que aporta un producto con más frescura, calidad, seguridad alimentaria y respeto con el medio ambiente, ya que tiene una menor huella de carbono en comparación con importaciones producidas con estándares de sostenibilidad más laxos y transportadas desde miles de kilómetros. No obstante, por lo visto en Berlín, eché de menos ese mayor ímpetu de España por lograr una visibilidad que responda a su realidad de comercio exterior, principalmente en Europa pero también en el resto del mundo. Posiblemente esa falta de apuesta sea por la mayor implicación en Fruit Attraction, donde la presencia española es más potente.
Otra observación a destacar es que, en la mayoría de países y stands, es la primera vez que la citricultura aparece de forma tan testimonial. Otras frutas y hortalizas estaban muy promocionadas visualmente, destacando sus propiedades nutricionales que las ponen de moda dentro de las dietas saludables. El aguacate ha sido el rey de la feria y otros cultivos subtropicales crecen a paso firme. A excepción de casos admirables como el stand de Sicilia, donde la naranja roja ocupa mucho protagonismo, la feria pasaba bastante de largo de los cítricos.
En fin, Berlín nos deja una feria casi postpandémica con cambios curiosos que deberíamos tener muy en cuenta si queremos mantener un sector hortofrutícola de referencia que genere prosperidad, preserve nuestro territorio y garantice la soberanía alimentaria.
Valencia, 5 de abril de 2022. Las adversidades climáticas no dan tregua al campo valenciano. Si en la segunda quincena de marzo las lluvias persistentes ocasionaron importantes mermas de producción, la ola de frío ártico que ha azotado la Comunitat Valenciana desde el fin de semana ha sumado nuevos daños de gravedad en numerosos cultivos.
Valencia, 29 de marzo de 2022. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) denuncia una oleada de robos en numerosos campos del término municipal de Manises durante el último temporal de lluvias, aprovechando los ladrones la menor presencia de agricultores en sus huertos para cometer los hurtos sin ser vistos. La gran mayoría de los robos se centran en puertas metálicas, vallas que rodean las explotaciones e incluso persianas enrollables, es decir, en el hierro y otras materias primas cuyas cotizaciones están experimentando un considerable encarecimiento con motivo de la pandemia y la guerra en Ucrania.
La tormenta perfecta desatada por los desajustes globales de la pandemia, la guerra en Ucrania y el paro del transporte ha colocado algunos sectores económicos en números rojos, incapaces de repercutir una escalada histórica de los costes de producción a los precios que perciben. Pues bien, esa situación momentáneamente ruinosa de vender a pérdidas es exactamente la misma que el sector agrario está sufriendo, y no ahora, sino desde hace muchos años. Lo que para algunos camioneros o pescadores constituye una crisis nunca antes vista, para muchos agricultores y ganaderos se vuelve un problema de rentabilidad endémico. Y prueba de ello es la gran mancha marrón de campos abandonados (la Comunitat Valenciana es el farolillo rojo de España, con cerca de 165.000 hectáreas dejadas de cultivar, y España lo es de Europa) y el cierre de dos granjas cada día.
Es lamentable que el Gobierno solo acceda a tomar medidas cuando hay violencia en las calles. Y, en cambio, ante la manifestación más multitudinaria de la historia que el mundo rural convocó el pasado 20 de marzo en Madrid, el Gobierno no mueva un dedo. A este paso, el país que se nos va a quedar va a parecer la separación de castas de La India, donde unos sectores disfrutan de pagas aseguradas por vida y otros, como los agricultores y ganaderos, son parias maltratados por políticas de moqueta y condenados, en última instancia, a la desaparición.
Entre las perlas de estos últimos días, me quedo con unas declaraciones de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, alegando que quienes están a favor de bajar los impuestos en esta coyuntura extraordinaria no les importa el Estado de Bienestar. ¿Qué Estado de Bienestar es el que se sustenta sobre los “cadáveres” amontonados de aquellas personas del campo que se ven obligadas a abandonar sus explotaciones y morirse de asco?
Señores políticos, a ver si lo entienden sin que lleguemos a emplear la violencia: no nos molesta pagar impuestos y contribuir al Estado de Bienestar, siempre que a la hora de hacer cuentas el beneficio por la venta de nuestras cosechas nos permita vivir dignamente. La cuestión es si queremos o no un sector agrario capaz de garantizar la soberanía alimentaria para no depender de países terceros, de generar riqueza y de cuidar el territorio y el medio ambiente. ¿Acaso no comprenden que no puede haber sostenibilidad en un negocio a pérdidas? ¿Es este el Estado de Bienestar que desea la ciudadanía, mantenido a costa de triturar a los colectivos económicos más débiles?